Hoy en día estamos acostumbrados a ver las fotos directamente desde el ordenador, el móvil o la tablet; y darle a un botón e inmediatamente tener la imagen impresa.
Pero hace unos años, esto no era así, y el proceso de revelado de fotografías era más tedioso y complicado. En el blog de hoy os vamos a contar cómo funcionaba.
El revelado fotográfico es el proceso en el que se hace visible la imagen latente presente en la película fotográfica –lo que solíamos llamar negativos- y que consta de siete pasos: preparación, revelado, lavado, fijación, aclarado, lavado final y PhotoFlo.
Para empezar, el negativo se introduce en un marco (si es plano) o en una espiral (si es un carrete), que posteriormente se introduce en un tanque correctamente cerrado. En este tanque se vierte un pre-humectado de agua a 20ºC aproximadamente. Después, el liquido revelador, retirando solo la tapa que permite introducir el químico sin el paso de luz al negativo.
Posteriormente se agita el tanque durante unos diez segundos, eliminando burbujas. El tiempo dependerá de la marca, temperatura y disolución del revelador, y del tipo de negativo. Cuando se retira el revelador, es momento para el baño de paro, que detiene el efecto del revelador. Este proceso dura cerca de un minuto.
El siguiente paso es el baño fijador, que consiste en lo mismo que la fase de revelado, es decir, inmersión y agitado. Una vez fijada la imagen, ya no hay peligro de que la luz dañe la película.
Cuando terminamos este proceso, hay que realizar el lavado con agua corriente en el que se eliminan los restos de las sales de plata del resto de fases. Suele ser un proceso de entre diez y quince minutos. Después, se le da un baño humectante y se cuelga el negativo en un lugar protegido de polvo y se deja secar.
Y ten en cuenta que, debido a que el material de los negativos es fotosensible, el proceso debe hacerse… ¡en completa oscuridad!